El precio ecológico del textil

La globalización es un proceso económico que hace el mundo más pequeño pero también más consumista. ¿Cuantas veces hemos visto niños de países africanos con camisetas del Barça o del Real Madrid? y ¿cuantos de vosotros podéis vestir como cualquier yanqui del otro lado del charco? pero en cambio ¿donde están aquellos tiempos en que se heredaba ropa de los hermanos, los primos o los vecinos? y ¿cuanto hace que no donáis ropa sino que simplemente la tiráis sin pensar en qué efectos puede tener eso para nuestro planeta?

Sí señores, hemos convertido el mundo en un sólo mercado en el que ganar más dinero a costa de los países pobres que explotan a miles de personas por un sueldo mísero, pero en el que además la contaminación masiva ya se ve como algo natural . El discurso ecológico que muchas empresas e instituciones pretenden transmitir queda muy bien cara a la galería pero los efectos prácticos dejan mucho que desear.


El río Citarum en Indonesia recibe grandes cantidades de residuos tóxicos procedentes de las muchas fábricas la mayoría téxtiles que vierten en él toneladas de desperdicios químicos.


Pero ¿qué papel juegan las prendas textiles en este entramado mundial? Está claro que las modas mueven a las masas pero desde hace unos años el precio a la baja de muchas prendas que podríamos catalogar como «moda rápida» (al igual que comida rápida) hacen que el consumismo haya crecido gracias a la posibilidad de renovar el armario cada temporada por muy poco dinero. Nadie me negará que si en vuestro entorno tenéis a chicas jóvenes lo veréis mucho más claro. Multinacionales ofrecen prendas a precios muy asequibles que permiten a millones de mujeres seguir la última moda por muy poco dinero. Por ejemplo según las revistas de moda esta temporada se van a llevar las rayas tipo marinero, las flores y camisetas retro ochenteras ¿quién va a dejar de comprar todas estas prendas por una cuestión ecológica?

Mientras tanto las prendas que ya no caben en nuestro armario o que no son «in» este año, acabarán en un vertedero sin más pensamiento de si algún día volverán a ponerse de moda ahora que se lleva tanto lo vintage. La producción de tal cantidad de ropa, y lo que es peor, miles de toneladas de residuos que ésta produce tienen un impacto ambiental sobre el que pocos se paran a pensar.


© foto de: csm2mkrtw

Los niños también son una obra de mano muy barata. Muchas de las multinacionales más conocidas siempre han estado en el ojo de mira por este tema.

Consumir ropa cómo si fueran prendas de usar y tirar no sólo afecta al Medio Ambiente del planeta y si no parémonos a pensar por un momento donde se producen las prendas que solemos vestir. Efectivamente, más del 70 % ha sido fabricada en países en desarrollo como China o Índia. ¿Habéis hecho la prueba de revisar vuestro armario haber cuantas prendas han sido producidas en países ricos? Seguro que muchas menos de las que pensáis. No es casualidad que los países industrializados sitúen sus plantas de producción en países en desarollo. Mano de obra muy barata (un trabajador chino puede cobrar unos 60 euros al mes trabajando 40 horas semanales), muchos trabajadores dispuestos a trabajar y materias primas a precios irrisorios en comparación con occidente. Sólo hace falta decir que los norteamericanos compran una media de mil millones de prendas hechas en China, 4 por cada ciudadano. Desde la eliminación de las cuotas textiles de China el 1 de enero de 2005 las importaciones se han disparado. Sólo en los primeros cuatro meses de ese mismo año las ventas de ropa china en Estados Unidos se multiplicaron entre un 1.300% i un 1.500%, así que imaginaos las cifras que se deben alcanzar hoy en día.

La compra compulsiva de ropa innecesaria es una de las enfermedades del siglo XIX

En medio de esta vorágine de explotación, desigualdad y consumo aún encontramos la esperanza del comercio justo y de prendas ecológicas respuetuosas con el medio ambiente. Prendas confeccionadas en algodón orgánico, cáñamo, bambú u otras fibras cultivadas de manera sostenible sin usar pesticidas ni otro tipo de productos que dañen al Medio Ambiente. Pero pese a que este tipo de prendas están en alza sólo con un ejemplo nos damos cuenta de todo el camino que queda por hacer: hoy en día el algodón orgánico tan sólo representa el 0,03% de la producción mundial de este tipo de fibra.



Campos de algodón orgánico y cáñamo

Aún así por más que hagan los productores todo empieza en nosotros; los consumidores. Parecen tonterías pero pueden servir para mucho: usar detergentes que se puedan utilizar a temperaturas bajas, alargar la vida útil de las prendas de vestir cuidándolas mejor, comprar menos compulsivamente cosas que no necesitamos y reciclar aquello que ya no vayamos a usar. Pequeños gestos que pueden significar mucho si todos nos concienciamos de que no siempre podremos maltratar nuestro entorno de esta manera.

Las primeras consecuencias ya se están dejando notar y según el World Wide Fund for Nature (Fondo Mundial para la Naturaleza, WWF por sus siglas en inglés) en 2050 humanidad necesitará los recursos de dos planetas como la Tierra. Aunque lo parezca no pretendo dar lecciones de moralidad, porque está claro que no puedo excluirme del consumismo masivo, pero sí hacer una pequeña reflexión sobre lo que nos espera si no ponemos un remedio inmediato. Por poco que puedas hacer de algo servirá, así que si este post te ha dado qué pensar pon tu grano de arena de la forma que quieras porque sólo con una acción masiva podremos salvar todo aquello que nos ha dado el planeta.

Datos extraídos del artículo «Residuos de la costura«
1001 gracias a @deniman que nos recordó que teníamos este post en el baúl 🙂

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