Rubén Ontiveros creador, guionista y director de la serie empezó a emitir online en 2005 por pura casualidad para tener un elemento de actualización semanal en su web. Ahora 5 años y 6 temporadas después es uno de los seriales incondicionales de la Sexta.
Típica camiseta de club de fútbol de barrio, suya o de su padre, porque con esos colores feos – porque no tienen otro nombre – no se sabe muy bien de que espacio/tiempo pertenece.
Después de Barcelona’92 donde era demasiado pequeña para recordar casi nada, las Olimpiadas que con más cariño recuerdo son las de Atlanta’96. Supongo que a Borja le pasa lo mismo y por eso guarda esta sudadera que aparte de ser de los Juegos Olímpicos también lleva el logo de Cola-Cao en la manga para darle un toque español que nunca viene mal.
¿Os acordáis de la Cherry Coke? Sí, sí, esa extraña bebida que mezclaba Coca-cola y cereza y que duró apenas un año en el mercado español a mediados de los 90, también tiene su camiseta y el protagonista de Qué vida más triste vió su inimitable estilo y la cazó al vuelo. Hoy en día es una reliquia que si te paras a pensar queda muy «cool» ahora que se lleva lo cutre-retro.
Una de las canciones que seguro que todos habéis cantado cómo si os fuera la vida en ello es el clásico «I don’t wanna miss a thing», temazo de Aerosmith y banda sonora de Armageddon, película donde, como no, los americanos nos salvaban la vida al resto del mundo. He aquí su camiseta relavaba hasta la saciedad para darle un tono más friki si cabe.
Y espero que Borjita comiera muchos Phoskitos para conseguir varias de estas camisetas de promoción porque en la mitad de los capítulos de su triste vida lleva puesta la que podéis ver en la foto. Nunca una camiseta publicitaria sentó tan bien 🙂
Y el plato fuerte para el final. Grandioso Curro que vistió a Sevilla de color en aquel lejano 1992. Hasta no hace mucho tenía esta misma camiseta escondida en algún rincón de mi casa (no por voluntad propia) y ahora la envidia me corroe por no ser tan freak como Borja y muchas otras personas que guardan objetos sólo porque les recuerdan a tiempos felices. Sevilla’92 marcó moda.
Espero que este post no os haya puesto demasiado nostálgicos porque la vida no es tan triste como dice Borja. Los recuerdos justo ahí quedan, en el recuerdo, y quizá nos sirvan de apoyo en algún momento dado pero no se puede vivir de ellos. Las miles de anécdotas que Borja nos cuenta podrían ayudarle en una de las tres cosas que tenemos que hacer en la vida; escribir un libro. Eso sí yo de él aprovecharía ahora que tiene tirón mediático y la Sexta aún no se ha contaminado de la petardería de las series de Antena 3.